lunes, 19 de febrero de 2024

La poesía de Auschwitz hasta Gaza.

 




Hay poetas perdidos. Poetas eclécticas. Poetas que quieren ser expulsadas de cualquier parte. Poetas que abandonan a sus hijas enfermas mientras escriben canciones de amor desesperadas. Poetas místicas. Poetas alcohólicos. Poetas que se suicidan metiendo la cabeza en el horno por el amor a otros poetas. Poetas que piensan que la poesía no sirve para nada. Poetas que se follan adolescentes mientras quieren morir en paz por haber amado mucho. Poetas que no saben que son poetas. Poetas a las que pediríamos que nos susurraran algún verso al oído, en algún idioma ininteligible, solo para aspirar su perfume, en cada vocal cerrada. Poetas que escriben como si fueran laberintos o idiotas. Poetas esquizofrénicas. Poetas adúlteros. Poetas románticas. Poetas fraternales. Poetas con fe. Poetas fatal.
Roberto Bolaño, decía que los escritores no sirven para nada. La literatura no sirve para nada. La literaria solo sirve para la literatura. Y a continuación añadía, para mí, eso es suficiente.
No se si realmente esto es exactamente así. Lo que si tengo claro es que el hombre, el poeta, como decía Paul Valéry es un pájaro atrapado fuera de una jaula y  solo la poesía transita el camino que va entre  el huir y la imposibilidad de huir.
Una poesía que nos ayude a elegir entre algo distinto a lo mismo y lo mismo, que decía Galeano, cuando hablaba del capitalismo.
Una poesía que encuentra la belleza en la belleza, y en la duda y en el dolor, y en el desencanto y en el olvido, y en el amor y en el deseo e incluso en el horror. Una belleza efímera que el poema nos arroja a la cara y se nos clava dentro como una punzada de emoción que nos vuelve vulnerables y frágiles y a la vez nos impulsa con el magnetismo inspirador de un sentimiento real y honesto y auténtico.
La idea de la belleza migra en tu saliva
esa sustancia que rompe la barrera del sonido
sobre mí
podemos
Joder
hasta romper a palos el espíritu de Dios

 Escribía Olga Novo.
La poesía en la energía que mantiene unido el universo a través de las palabras y  su hechizo evocador es el cemente invisible que nos recuerda que todo está en todas partes.
Y que el sonido de un clavel blanco reventando te lleve al vuelo de unos ojos abiertos o a tu madre, o al roce de panteras cuando piensas en su piel o al mismísimo Steve Mac Queen.
La poesía que es todo lo contrario al poder, porque no uniformiza, ni busca la verdad, ni el orden, ni la ley, ni la banalidad del mal, de la que hablaba Hannah Arendt.”Yo quería encontrarme con la encarnación del mal más absoluto y resultó que aquel hombre que había ideado el sistema de las cámaras de gas como medio del asesinato  colectivo más eficaz de la historia, no era más que un pobre hombre corriente, que decía que solo era un funcionario, que había seguido órdenes.“
El poder deshumaniza, la poesía no. El poder nos vuelve serviles, la poesía no. El poder idiotiza, la poesía no.
Los primeros versos que escribió Gloria Fuerte fueron
Mi madre fue de clase media
Mi padre de clase baja
Yo nací de clase gratuita
Y ahora soy de clase soñadora.
Tiene Benjamín Prado un poema sobre la lista de poetas muertos de manera trágica. Asesinados, torturados, eliminados, enterrados en cunetas, devorados por bestias, mutilados parte a parte, degollados, descuartizados o fusilados. Todos, por haberse enfrentado al poder de una manera u otra.
Adorno escribió que no se podría volver a escribir poesía después de Auschwitz
Menos de 90 años después, el exterminio, la aberración moral, el genocidio absoluto, la perpetuación del sufrimiento, la tortura, la impotencia, la fragilidad de las víctimas, la desproporción y la indefensión de miles de hombres, mujeres y niños, nos vuelve a recordar esta idea.
¿Se podrá volver a escribir poesía, después de Gaza?
¿Se seguirán matando poetas, como Hiba Kamal, Abu Nada, Refaat Alareer, y la poesía podrá sobrevivir al horror?
¿Hay belleza debajo de los escombros, o en los gritos de una madre que lleva en brazos a su hija muerta, o en un niño de 8 meses con las tripas reventadas por una bomba?
Las palabras viven y la muerte no”.
Esta es la grandeza de la poesía.
No se pueden matar las palabras.
No busca tener razón.

Busca devolverle a la vida su dignidad, su valor y su belleza.
Encuentra en la derrota la parte en la que nos sentimos vivos.
Sugiere mundos ,más allá de lo posible

Nos une a través de las palabras.
Abre conciencias.
Lucha por la emoción.
Nos acompaña en la búsqueda.
Nos recuerda nuestra grandeza y nuestra fragilidad.
Es una forma de seguir luchando.
Una poesía que sea testigo del horror, que dignifique a las víctimas, que se levante de entre los muertos, y su grito de dolor y de rabia nos golpee hasta hacernos vomitar toda nuestra indiferencia. Una poesía que se vuelva el alma de los que  solo son carne humillada,de tantas personas  despojadas de su humanidad y convertidas en  bestias y les devuelva su humanidad.
El 1 de

noviembre, Refaat Alareer público en X un poema que tituló If I must die (Si he de morir): “Si he de morir,/ tú has de vivir/ para contar mi historia, / para vender mis cosas/ y comprar un trozo de tela/ y algunos hilos,/ (hazla blanca con una cola larga)/ para que un niño,/ en algún lugar de Gaza,/ mientras mira al cielo a los ojos/ esperando a su padre/ que partió entre las llamas/ –sin despedirse de nadie,/ ni siquiera de su propia carne,/ ni siquiera de sí mismo–/ vea la cometa,/ la cometa que tú construiste,/ volando allá en lo alto/ y piense por un instante/ que un ángel está allí/ trayendo de vuelta el amor./ Si he de morir,/ que mi muerte traiga esperanza,/ que se convierta en leyenda”.
 Sí, la poesía, como escribía Olga Novo, es la única mamífera con alas.
Nuestros líquidos íntimos.
La única posibilidad de enseñarnos a volar.

El único camino que va del amor a la lucha.

De Auschwitz hasta Gaza.