BLUES DEL 11S
el 11 de septiembre del 2001
cuando las torres gemelas cían
yo estaba haciendo el amor
Cristina Peri Rossi
Cuando la última piedra del muro de Berlín caía sobre el suelo,
yo depositaba mi lengua en el centro mismo de tu sexo.
Encendíamos un nuevo orden mundial follando como fieras,
Si Marx levantara la cabeza vería tus pechos ardiendo,
tus bragas rotas como una forma de no creer en las fronteras,
tu rostro entre jadeos cuando los aviones bombardeaban Bagdad,
tu forma de correrte imposible mezclándose con el sonido de las bombas.
En la primera guerra de Irak yo te cogía por detrás,
dinamitaba con saliva tu cuello,
te susurraba un deseo indestructible,
sin conciencia,
sin dolor por las vísceras,
los cuerpos mutilados de tanta gente en nombre
de la libertad.
Después se anuncio el fin del mundo un 11 de septiembre,
dos aviones sodomizaban el centro mismo de Nueva York
mientras tu arrodillada declarabas mi verga como único dios verdadero,
sin fe sin religión sin ningún odio,
con toda la fuerza de lo más íntimo,
de lo más exactamente humano,
con una locura mayor que cualquier guerra santa,
tú decías que éramos el fin del mundo
o la flaqueza de los cuerpos
o dos bestias que huían de toda su razón asesina,
del olor de los cuerpos quemándose en aquellos edificios,
mientras el mundo entero lo veía por televisión,
comiendo pizzas, aspirinas
y en sus ojos un horror de incredulidad.
Y nuestros ojos inyectados en sangre,
bebiendo licores imposibles,
licuándonos exprimiéndonos aniquilandonos,
escribiendo en la luna de tus nalgas un deseo mayor que cualquier fe,
Y el ritmo a compás de aquellas caderas que iban
como un océano infinito
donde entrar y salir hasta gritar suave por tu piel
Yo moriré dentro de ti
Y fuera el horror
300 mil niños mutilados
las bombas en los trenes de Atocha
las bombas en los trenes de Bélgica,
los refugiados como cadáveres vivientes en Grecia,
los niños respirando cianuro en las minas de Brasil
los niños enterrados vivos en las minas de Coltán,
el genocidio de Sbrenica con las vísceras colgando de los postes de la luz
el exterminio de un millón de Tutsis a martillazos en Ruanda,
los 4 millones de muertos por hambre y enfermedades y diamantes en El Congo,
el desarraigo la masacre y la expulsión de 3 millones de personas en Siria,
y tú y yo siempre desnudos,
decorando con un zig zag de saliva las costuras de tu ombligo,
lamiendo nuestros pezones buscando laberintos con los dedos,
susurrando jadeos,
sintiendo invencible la piel exhausto en lo más hondo,
buscando en tu sexo una forma de no creer en nada,
de pensar que si todo el mundo follara como nosotros,
el mundo sería más justo,
más libre,
más digno
y más jodidamente humano.